Antiguamente las saunas no eran simples lugares donde pasar un rato sudando. Su origen se remonta a los finlandeses y en sus inicios era un lugar sagrado donde se limpiaba tanto la piel como el espíritu. Existía toda una serie de normas que debían de seguirse estrictamente a la hora de utilizarlas y durante la segunda guerra mundial era el lugar donde se daba a luz y se preparaba el cadáver para el entierro. Actualmente, en Finlandia existen 2 millones de saunas para 5,2 millones de habitantes y son consideradas casi una institución nacional. Su comparación con los baños turcos o el Hamam árabe proviene al ser ambas saunas creadas originalmente para limpiar tanto el cuerpo como el espíritu y que ahora podemos disfrutar en cualquier parte del mundo. Este artículo pretende explicar las principales diferencias que existen entre las dos para que cada persona decida cuál es la que más se adapta a sus necesidades.
¿Qué es una sauna finlandesa?
Sauna Finlandesa con bancos a varias alturas
Las saunas secas o finlandesas son salas cuya temperatura interior oscila entre 80 y 90 grados y poseen una humedad no superior al 20%. El calor en este tipo de saunas suele producirse al calentar una pila de rocas y, aunque se puede verter un poco de agua sobre las piedras calientes para generar vapor, no llega al nivel de humedad de un baño turco. También se pueden calentar mediante leña o radiadores eléctricos. La sala tiene una pequeña abertura de ventilación, normalmente en el suelo, para permitir que pase aire fresco y limite la acumulación de humedad.
Tanto el aire caliente como el húmedo sube, por eso las saunas suelen poseer unos bancos a distintas alturas para que cada persona decida el nivel de calor que desea; cuanto más alto te sientas, más calor obtienes. Las salas son de madera, ya que se calientan demasiado y si los bancos fueran metálicos o las paredes de azulejos podrían quemar. Asimismo, la madera absorbe la humedad y ayuda a mantener la superficie más fría.
La sauna es una buena forma de conseguir una higiene de la piel sin utilizar jabón, pues se consigue una transpiración profunda en la piel que abre los poros y elimina sebo, toxinas y bacterias. Además, sirve como calmante del cuerpo, libera el estrés y ayuda a las personas que sufren de insomnio. Una sesión de 15 minutos ayuda a liberar endorfinas y aumenta nuestra sensación de bienestar y relajación, pues al abandonar la sauna y empezar a enfriarse nuestro cuerpo aumentan los niveles de melatonina y ayuda a sentirnos más relajados y entrar en un sueño más profundo.
Las sesiones de sauna suelen venir acompañadas de una ducha fría o helada para dar mayor consistencia a los tejidos y cerrar los poros. Este tipo de sauna es la mejor opción para personas con enfermedades que pueden agravarse en condiciones de gran humedad como la artritis reumatoide o simplemente para personas que prefieren un calor seco a uno húmedo.
Diferencias con el baño turco
Los baños turcos o saunas húmedas son salas que poseen un generador que se encarga de convertir el agua en vapor y liberarlo en el aire. A diferencia de las saunas finlandesas, la sala donde se realizan los baños turcos opera a temperaturas más bajas, sobre los 50 grados. Sin embargo, mantienen casi el 100% de la humedad al ser salar cerradas herméticamente; el aire esté tan húmedo que el agua se condense en las paredes. Algunos lugares combinan salas a distintas temperaturas y masajes para conseguir mayores beneficios musculares que con la sauna tradicional.
Al contrario que las saunas clásicas, las salas del baño turco no pueden ser de madera, ya que la alta humedad y condensación la estropearían. Estas deben ser recubiertas por materiales no porosos como azulejos, cristal o materiales plásticos, que se mojen sin problemas. También suelen tener los techos inclinados para que el agua no gotee sobre los ocupantes. Estas salas de vapor son más cómodas y mejor opción para personas con alergias, que tienen congestión en el pecho, mucosas en nariz y garganta o simplemente prefieren la sensación de un calor húmedo a uno seco.
Posibles riesgos para la salud
Tanto la sauna tradicional como el baño turco trabajan con un calor intensivo con el que debemos tomar ciertos cuidados.
- Antes y después de acceder a estos lugares tenemos que hidratarnos correctamente, es decir, ingerir algún líquido o bebida para compensar la pérdida de agua que se va a producir.
- No debemos exceder los 15 minutos de duración durante los primeros meses y no se recomienda estar más de media horaen su interior.
- Debe accederse a las salas con la menor cantidad de ropa posible y sin objetos metálicos u electrónicosque puedan calentarse y estropearse o causar daños a nuestra piel.
Finalmente, decir que deben abstenerse de utilizarlas embarazadas, epilépticos y personas hipertensas, con trastornos circulatorios, cardiacos o bajo el efecto de drogas o fármacos. Es recomendable realizar una consulta a su médico antes de comenzar a utilizarlas.